• Uruguay, con más de 41.000 gallegos, apenas suma 24 fallecidos y 849 casos detectados hasta la fecha sin un confinamiento obligatorio
  • La rapidez para decretar la emergencia sanitaria y el buen hacer de la población, claves del éxito
  • Pese a todo, no se espera una gran participación el 12 de julio. “Ya venimos mal desde que se implantó el voto rogado”, recuerda Adriana Pérez, desde la Delegación de Galicia en Montevideo
19
Jun
2020

Uruguay se tumba arrumado entre el Río de la Plata y el Atlántico. Así ha sido siempre, y así seguirá siendo. Un pedacito de mundo entre dos tierras, Brasil y Argentina, que tiene su propia historia y su propio orgullo. La época del Covid-19 lo ha vuelto a demostrar. “Uruguay es quizás el país que mejor lo está llevando de toda la región”, comenta Alejandro López Dobarro, delegado de la Xunta de Galicia en Montevideo.

Y lo hace sobre la certeza de los datos: 24 fallecidos y 849 casos detectados hasta la fecha. Un lugar tranquilo para la colectividad. Más de 41.000 gallegos entre los que aún no se conoce ningún contagio.

El éxito de los datos se fundamenta en varios factores. El primero, la premura. Luis Lacalle Pou no lo podría imaginar. Tras su victorial electoral, asumió el cargo de presidente el 1 de marzo. Esos días el mundo ya dudaba sobre qué hacer con aquel virus lejano, que había saltado de un mercado de Wuhan al estrellato.

Pero Lacalle no duda: decreta emergencia sanitaria el 13 de marzo, recomendando un asilamiento preventivo. En ese instante Uruguay sumaba apenas un puñado de casos activos: cuatro para ser exactos. Y, pese a todo, se suspendieron clases y espectáculos.

El Montenvideo Rock, con 35.000 entradas ya vendidas, se canceló”, recuerda Adriana Fernández, desde esa misma delegación en Uruguay, que prosigue su relato explicando el distanciamiento preventivo: “Nunca hubo cuarentena obligatoria. Se produjo una fuerte exhortación a quedarse en casa”. La población cumplió; y los sectores económicos, también. Por ejemplo, el turismo. A las puertas de la Semana Santa, los establecimientos cerraron sus puertas.

Uruguay

Igual que hicieron los centros gallegos. Las actividades culturales y sociales se pararon en la Casa de Galicia y en La Española. “En el Hogar Español se testeó a todo el mundo, y no hubo ningún positivo”, relata López Dobarro. El Hogar es una residencia fundada en la década de los 60 del año pasado, que nace en el seno de la propia colectividad, y que hoy sigue atendiendo a un amplio grupo de mayores con raíces españolas y gallegas.

Lo mismo sucedió en la propia Delegación. “Tuvimos cerradas las oficinas públicas una temporada”, prosigue López Dobarro su relato. Lo hace ahora desde otra perspectiva. La que da la apertura paulatina de parte de aquellas cosas que cerraron. Como las escuelas, abiertas estos días.

Científicos brillantes

El virus, como en todas las regiones, ha puesto a prueba la capacidad del país y de su ciencia. Vacunas, test, medicamentos, material sanitario… Palabras que se han asentado en los quehaceres cotidianos durante varios meses. En Uruguay también.

Allí se ubica la sucursal del Instituto Pasteur. La ciencia que cambia el mañana, y también el presente. El esfuerzo de científicos y profesionales permitió generar kits propios para detectar la enfermedad. Ahora, el único riesgo, es la frontera con Brasil, donde el Covid-19 cabalga desbocado.

“Ya venimos mal desde que se implantó el voto rogado”   

En este escenario, a diferencia de otras zonas del continente, votar podría ser una opción. Porque sí, pese a todo, el 12 de julio hay elecciones en Galicia, también para los 41.000 gallegos de Uruguay. No obstante, Adriana no lo ve claro. “Ya venimos mal desde que se implantó el voto rogado”, coincide con la mayoría de la colectividad. Lo mismo han dicho en Argentina, en Venezuela, en Brasil...

Y pese a todo, hay sigue el sistema, a la espera de tiempos mejores, que no parecen los del Covid. “Este año se nos ha ofrecido la posibilidad de solicitar el voto por internet, pero la gente está en otra cosa”, lamenta Adriana, que sin embargo lo tiene claro: “Yo siempre les digo, voten, porque con su voto marca una presencia y un interés”.     

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