• Divisoria geográfica entre el océano Atlántico y el mar Cantábrico, el enclave ya había sido declarado Sitio Natural de Interés Nacional en los tiempos de la II República
18
Jul
2023
Estaca de Bares.

Continuamos nuestro viaje estival por Galicia, y lo hacemos alcanzando el punto más septentrional de la península ibérica: Estaca de Bares. Por este motivo, en su carta de presentación siempre se incluyen las coordenadas, para corrobar esta certeza geográfica que sirve además de divisoria entre el océano Atlántico y el mar Cantábrico. Este enclave ya había sido declarado Sitio Natural de Interés Nacional en los tiempos de la II República.

Para hacerse una idea, Estaca de Bares se levanta 400 km más al norte que Nueva York, pero por este lado del Atlántico pasa la cálida corriente del Golfo. Así que estas aguas no se congelan... pero viven en constante agitación, porque en Estaca de Bares el mar es el hijo del viento.

A su situación estratégica debe gran parte de su fama internacional como paso obligado para cientos demiles de aves. A este punto conducen varias rutas migratorias de especies marinas y terrestres procedentes del Atlántico, el Mediterráneo y el Ártico. Las valoraciones más optimistas alcanzan cifras que exceden los dos millones y medio de ejemplares volando hacia el oeste los que por aquí pasan. Es el lugar ideal para observar no sólo aves como, por ejemplo, el alcatraz común, sino también cetáceos en aguas próximas.

Además del faro, existe un mirador en el antiguo semáforo de la Marina, convertido en la actualidad en un hotel de naturaleza. Desde allí podemos ver los restos de la base de control marítimo sobre los acantilados al lado de la cual se cuelgan en vértigo una sucesión de molinos que forman un conjunto que nos trae imágenes de tierra más al norte. Con todo la intervención humana más antigua es el muelle prerromano de Bares (Mañón). El espacio protegido abarca también la costa de Loiba (Ortigueira) cuyos gigantes acantilados protegen alguna de las playasmás solitarias de Galicia debido a su difícil acceso. La fuerza delmar explica el curioso sistema de amarre de las lanchas que en esta zona se sostienen en las laderas por roldanas para evitar que las lleve la pleamar.

Muy próximo al espacio protegido vale a pena acercarnos a la villa marinera de Porto do Barqueiro y a la estampa idílica del río Sor en su desembocadura.

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