• Valentina Pita nació en Venezuela hace apenas 23 años, estudió en México y vive ahora en Galicia, “punto de encuentro”, espera, para toda su familia, y a donde ha vuelto gracias a una beca BEME
17
Nov
2020

El inicio de esta historia transcurre, como tantas, por uno de esos vasos comunicantes que enlazan Venezuela con Galicia en un continuo viaje de ida y vuelta, empujado por el tiempo y por las olas del Atlántico.

A un lado, Cariño; al otro, Caracas. En el medio, José Andrés Pita. Uno de esos gallegos cuyo relato avanza a caballo entre dos tierras: el difícil y asombroso equilibrio de la emigración.

Porque José Andrés nació allá, pero en seguida se vino aquí antes de volverse para allá. Ya saben, ir y venir para volver a ir. Un camino en el que conoció a Luisa en uno de esos momentos aparentemente intrascendentes que la vida siempre nos regala -ambos estaban haciendo un curso de técnico superior-, pero que acaba cambiando el relato para siempre.

No en vano, de ese matrimonio nacieron tres hijos: Jorge, Luis y Valentina, la verdadera protagonista de nuestra historia. Hoy está aquí, ayer estuvo allá, y mañana quiere seguir estando aquí. “Me gustaría trabajar en una empresa gallega que está en Santiago”, reconoce.

Pero vayamos por partes. Porque Valentina ha vuelto a Galicia gracias a una de esas becas BEME que cada año promueve el gobierno gallego brindando la oportunidad, a cientos de jóvenes de la Galicia exterior, de retornar a nuestra tierra para cursar sus estudios de postgrado.

“Estando allí, me enteré de las BEME para hijos y nietos de gallegos. Opté as ellas en marzo y la verdad que, cuando envié la solicitud, antes del Covid, pensaba que no se iba a dar, que no iba a pasar”, rememora.

Pero se dio, y hoy Valentina continúa desde Compostela su breve historia, la de una chica de apenas 23 años con toda una vida por vivir, que está cursando en la USC un máster en dirección de empresas.

Lo hace en tiempos de pandemia, y con “clases presenciales” pese a todo. “La experiencia de emigrar es distinta con el Covid, porque los mismos compañeros nos dicen que la ciudad es otra y el ritmo es diferente; que no es el escenario académico que normalmente se vive”. Algo que en el fondo tienen sus propios beneficios: “Puedes centrarte más en lo que viniste a hacer: sacar el máster”.

Valentina Pita, becaria BEME.
El reencuentro con la familia 10 años después

Y también puedes reencontrar a la familia. “Aquí está toda mi familia paterna: abuela, primos, tíos… Y llevaba por lo menos 10 años sin verlos”, continúa Valentina con la alegría de quien se sabe de vuelta a casa. Porque ella, en ese continúo ir y venir, ya había estado antes.

“Desde chiquita tuve la oportunidad de conocer Galicia. Vine dos o tres veces durante la niñez y pude descubrir Santiago, A Coruña, distintas partes de nuestra tierra…”, relata Valentina, antes de describir el salto de Venezuela a México, a donde se fue a continuar con sus estudios universitarios y a seguir descubriendo, sin saberlo, qué significa la ‘morriña’.

Porque como ella misma reconoce, aunque en México también tenía familia, “siempre supe que quería estar en España”. “Mi meta era graduarme para venirme a España, a Galicia”, continúa, para poder disfrutar de esa tierra repleta de “personas cálidas que te reciben muy bien”.

Una tierra en la que la comida, cómo no, también resulta “deliciosa”, y en la que cada caña, cada refresco, cada agua, viene acompañada de una tapa. “He descubierto que aquí hay muchas maneras de probar distintos platos caseros”, resalta.

Pero hay más cosas. “El ritmo de vida es distinto”. Aquí uno tiene la “oportunidad de respirar y ser productivo sin estar excesivamente estresado”. Allá, esos momentos se los lleva el “carro”; las “horas y horas” de atasco para moverse de un lugar a otro; la inseguridad de no poder salir sola por la noche. 

Ventajas, calidad de vida, bienestar… Muchas maneras de resumir ese sentir; de querer que “papá regrese el año próximo”, y de intentarlo también con uno de sus hermanos, con Luis. Jorge ya está aquí, en Madrid, que no es lo mismo, pero se parece. “El punto de encuentro es Galicia”. Y esa frase lo resume todo.

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