- Karol Farias (Salvador de Bahía, 1979) esconde varios relatos circulares: el personal, que transita en un ida y vuelta que une Galicia con Brasil; y el profesional, basado en una visión de la moda sustentada en la propia economía circular. Un proyecto que ha impulsado gracias al apoyo de la Xunta
Todas las historias de diáspora tienen un punto de partida; un pedacito de tierra guardado en la memoria del olvido, ese lugar de sombras desde el que se rescata la nostalgia para comenzar a construir un buen relato. En este caso nos situamos en la parroquia de Verducido, concello de A Lama, uno de esos espacios tan gallegos que mezclan, de modo casi perfecto, un verde húmedo de morriña con un gris perenne de añoranza, y que, a su modo, se resume en las paredes de la iglesia parroquial, donde el moho decora desde siempre la piedra centenaria.
Allí nació hace mucho o poco tiempo -todo depende del contexto con el que se afronte el devenir de cada día- Armindo Rodeiro Piñeiro, uno de esos niños gallegos que la guerra, la vida y el hambre se llevó lejos de aquí. Tan lejos que puso de por medio todo el azul eterno del Atlántico hasta arribar a Salvador de Bahía, donde creció, se hizo hombre y soñó con el futuro.
Armindo fue el único de sus hermanos que se casó con una brasileña, Cremilda, para que luego digan que la tierra no tira hasta el final. Un matrimonio feliz del que nacieron cuatro hijos. Una de ellas, Cristina, que se casaría con Humberto antes de incorporar otras tres personas al árbol familiar, Rafaela, Humberto y Carolina Farias, por fin, protagonista principal de nuestra historia, que ocho décadas después continúa el relato familiar de emigración, pero a la inversa, deshaciendo hacia Galicia las infinitas millas del Atlántico.
“Siempre estuvimos muy conectados con Galicia”, recuerda Karol Farias, aludiendo a la gran comunidad de gallegos con la que cuenta Salvador de Bahía. Una unión que se plasma a través de deseos, de anhelos infantiles de retorno que crecen, como ella, hasta madurar, sin dejar de estar ahí: “Desde niña quería venir a Galicia, pero no encontraba cómo”.
Una búsqueda que se intensifica y que la conduce, muchas veces, hasta el Consulado de España, en un afán permanente por devolver a nuestra tierra el relato familiar. Pero no iba a ser el Consulado, sino la Xunta de Galicia, quién le abriese de par en par las puertas del retorno.
“En 2019 vi un anuncio en Facebook de las becas BEME”, detalla, en referencia al acrónimo, en gallego, de las Bolsas Excelencia Mocidade Exterior, que cada año promueve el gobierno de Galicia para traer de vuelta a casa a todos aquellos jóvenes gallegos, hijos o nietos de gallegos, que un día tuvieron que partir.
Sin embargo ese Mocidade (juventud), apellido ineludible de las becas, la disuadió en un primer momento. “Yo tenía 39 años y pensaba que eso no era para mí”, recuerda, entre risas, pensando, equivocada, que no era joven siéndolo. La duda, ese sentimiento tan humano de despejar cualquier incógnita, por suerte, hizo el resto y Karol consultó los requisitos: “Vi que estaba contemplado, que aún era joven, y me apunté a la beca”.
Porque más allá del tópico, la juventud es, sobre todo, un sentimiento, un sentirse joven, un querer emprender e impulsar, desde aquí, desde la tierra de sus bisabuelos, de sus abuelos, de su familia, de ella misma, un proyecto familiar y personal.
Ese es el primer requisito para iniciar el camino de retorno, la ruta que trajo a Karol, gracias a las BEME, de vuelta a casa, a donde regresó para cursar un Máster en dirección de empresa en la Universidad de Santiago, campus de Lugo, donde finalmente se quedó. Gracias a él perfeccionó una idea de negocio que ha plasmado, finalmente, en Aoba Upcycling, marca de moda circular que puso en marcha en diciembre del año pasado.
Un proyecto con el Karol Farias sigue reforzando su vínculo con Galicia a través de la creación de diferentes prendas hechas con retales de otras que ya no se usan, a las que da una nueva vida. Esta unión con nuestra tierra la reconoce cuando habla de una colección que busca, precisamente, eso: “Contar la historia de mi emigración”.
“Me gusta todo de Galicia. Me gusta que tiene mucho contacto con la naturaleza, que está muy conservada en términos ambientales; me encanta la gente y la cultura”, señala, antes de avanzar que “la próxima colección estará inspirada en el Entroido”. “La foliada, las panderetas… veo mucho de Bahía aquí”.
Programa Merlo y ayudas al retornado emprendedor
Para desarrollar este proyecto, Karol ha contado, también, con el asesoramiento que ofrece el programa Merlo, que impulsan Xunta y Fundación Ronsel, y con los apoyos que facilita el gobierno gallego para el retorno emprendedor. Una base sobre la que ha ido abriéndose un hueco y que ha conducido a su empresa a la Circular Fashion Week Madrid, en donde ahora se encuentra tras ser una de las 18 seleccionadas de un total de 80 solicitudes.
Antes de todo esto, Karol Farias nunca había estado en Galicia, aunque sabía y sentía casi todo de ella desde niña, desde que descubrió un relato familiar único, de diáspora, que entrelaza vidas que crecen, que van para volver, ofreciendo testimonios inimaginables que guardan un fondo de nostalgia y de morriña. El fondo de Galicia; de esa Galicia a la que ha vuelto con su hijo, Lucas, y en la que quiere seguir escribiendo este relato de emigración capaz de unir como si nada Verducido con Bahía.